Jueves. 17.30h. Un aula, diez pupitres colocados en círculo,
ocho de ellos esperando impaciente que ocupen sus asientos y un pájaro en
medio. Momento de empezar aquello que desde hace lustros no organizamos: el
taller de poesía.
Empezamos leyendo los deberes: poemas plagados de metáforas
inimaginables. Rocío nos sorprendió con su prosa poética y su descripción del
joven del acantilado de “ojos de humo” y “pecho hacia el cielo a punto de
volar”. Salinas dio una vuelta de tuerca a las peticiones del triunvirato y
terminó como candidato para la
Poetry Slam madrileña contra Dani Orviz (aquí os dejo enlaces para aquellos que no pudisteis
venir).Belén se comió el poema del roscón de reyes ella solita porque nadie pudo
entenderla y Kelly nos amenizó con “corazones
coagulados” o
“Hay un gran charco de sangre helado,
los ciervos libres y salvajes,
los furtivos cazadores dando rienda suelta a su
pobre imaginación.”
Después Miguel se
animó a enseñarnos algún que otro vídeo de Youtube del hombrecillo del Slam, y
mientras intentaba hallar el mecanismo del proyector, Sergio nos dedicó un
poema de Ángel González cuyo nombre
no recuerdo acordarme (intento fallido de plagiar a Cervantes, qué le vamos a
hacer). Tras un “Quiéreme”, uno de los maestrillos del taller nos leyó unos fragmentos del libro “Mortal y rosa” de Francisco Umbral. Aquí añado un “esqueje”, que aunque no coincide
con el que eligió Miguel, os anime a leerle:
Sólo encontré una verdad en la
vida, hijo, y eras tú. Sólo encontré una verdad en la vida y la he perdido.
Vivo de llorarte en la noche con lágrimas que queman la oscuridad. Soldadito
rubio que mandaba en el mundo, te perdí para siempre. Tus ojos cuajaban el azul
del cielo. Tu pelo doraba la calidad del día. Lo que queda después de ti, hijo,
es un universo fluctuante, sin consistencia, como dicen que es Júpiter, una
vaguedad nauseabunda de veranos e inviernos, una promiscuidad de sol y sexo, de
tiempo y muerte, a través de todo lo cual vago solamente porque desconozco el
gesto que hay que hacer para morirse. Si no, haría ese gesto y nada más.
Qué estúpida la plenitud del día. ¿A quién engaña este cielo azul, este
mediodía con risas? ¿Para quién se ha urdido esta inmensa mentira de meses
soleados y campos verdes? ¿Por qué este vano rodeo de la muerte por las costas
de la primavera? El sol es sórdido y el día resplandece de puro inútil, alumbra
de puro vacío, y en el cabeceo del mundo bajo un viento banal sólo veo la
obcecación vegetal de la vida, su torpeza de planta ciega. El universo se rige
siempre por la persistencia, nunca por la inteligencia. No tiene otra ley que
la persistencia. Sólo el tedio mueve las nubes en el cielo y las olas en el
mar.
En vox populi
diré que consiguió que empatizáramos todos con Umbral. Palabras de los sentidos
directamente al corazón-menos mal que las crónicas son anónimas-.
Por último
el sendero de la hierba remató en unos juegos de diccionario. El juego
consistía en que uno de los talleristas escogiese una palabra al azar del
diccionario y anotase en una hoja la definición de este. Los demás debían
redactar una definición de acuerdo con lo que les sugería el término y dejar
volar la imaginación. Al final, se recopilaban todas las definiciones, se leían
en alto y se elegía la que cada uno creía que era la correcta. Aquellos que
acertaban se llevaban un mini punto y aquellos que habían logrado convencer con
la suya falsa a otros participantes, otro tanto se añadía en su marcador.
Nuestra querida filóloga obtuvo las mejores puntuaciones, pero Salinas en la
última tanda quedó por delante de ella por cuatro puntos. Aún así, todos dimos
merienda suficiente de creatividad a nuestra neuronita y salieron definiciones
ingeniosas como “….” o “…..”.
En
definitiva, otra tarde más los navegantes obtuvieron un gran tesoro: un
pedacito de cada uno de sus compañeros.
¡Hasta la
próxima!
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